Vamos a leer un texto en el que una persona recuerda sus vacaciones en casa de sus abuelos:
RECUERDOS DE LOS VERANOS EN VILLA MERCEDES
Hoy voy a recordar lindos momento vividos cuando era niña y compartía las vacaciones con mis padres, mis abuelos, mis tíos y primos en Villa Mercedes San Luis.
Empezaré contando lo que recuerdo de la casa de la ciudad. Era una casa antigua de dos plantas ubicada en el barrio de la Estación. En el frente estaba la puerta de entrada y a ambos lados estaban las ventanas con balcón. Las dos de la derecha pertenecían al comedor y al salón y la de la izquierda al escritorio de mi abuelo. También tenía un portón lateral para el ingreso de los coches
Se ingresaba por unos escalones y se iba por un pasillo hasta el patio principal, alrededor del cual estaban los dormitorios. El patio siempre estaba impecable y lleno de plantas, ya que mi abuela era una fanática de las flores.
Las habitaciones estaban una a continuación de la otra y todas tenían tres puertas: las laterales que las comunicaban a las otras habitaciones y una que daba a la galería que estaba alrededor del patio. En cada habitación había una ventana. También el baño tenía las mismas características y era complicado llegar apurado, porque se tenía que cerrar tres puertas y una ventana para recién hacer uso del mismo.
Era enorme, casi un salón de baile. Tenía una bañera con patitas, un lavabo, un bidé y un váter. Mis abuelos tenían su habitación a cada lado del baño, ya que dormían en habitaciones separadas. Había cuatro dormitorios muy grandes, cada uno con su estufa a leña.
La casa seguía a través de un pasillo que daba a la cocina. Solo recuerdo que la cocina era oscura y tenía una cocina a leña. Mi abuela era una gran cocinera y siempre que llegábamos a su casa nos atendía a todos.
En los desayunos siempre había mantequilla casera, leche traída del campo a la que se le formaba una capa de crema en la parte superior (y que mi abuela retiraba con espumadera para hacer mantequilla), mermeladas caseras de todos los sabores y pan tostado. Tomábamos el café con leche en unos grandes tazones marrones, de los que todavía conservo uno como recuerdo.
texto adaptado de El blog de Mónica
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